¡GRACIAS!

miércoles, 6 de agosto de 2014

Los domingos



No me gustan los lunes porque ya ha pasado el domingo, domingos de invierno, fríos y con la compañía de una manta cuyo calor no es equivalente al que tú me dabas. Domingos rotos de tristeza, casi tan rotos como yo, ellos mueren al final del día, y yo, les miro caer. Les susurro por lo bajo que pronto nos volveremos a ver, que no se preocupen que no no me dejan sola, tengo una manta, y tu recuerdo. Se van y mi reloj marca las doce. Llegan los lunes y con ellos la monotonía de despertarme y no ver un mensaje tuyo. Quiero contarte que los lunes son peores que los domingos, ellos no me permiten acurrucarme en sus regazos como tú lo hacías, tampoco me besan cariñosamente. Pero los lunes se quedan más tiempo en mi vida del que tú te has quedado, y se van, pero vuelven cada semana y estoy tranquila porque cuando me dicen adiós se que es un hasta luego. Recuerdo tu adiós, frío como un domingo sin manta, o como un bloque de hielo recién sacado del congelador. Tan frío que quemaba. Supe al instante que no era un hasta luego, era un adiós como el que le dices a tus compañeros de campamento con la esperanza de seguir siendo amigos después de despediros y marcharos cada uno a su ciudad. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, yo, pienso que lo último que se pierde es el recuerdo.

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